lunes, 4 de julio de 2016

LA CHICA DEL BREXIT


Mi vista no podía apartarse de la diosa que emergía en esos momentos de entre las olas de un mar lleno de matices verdes, azules y turquesas. Podría ser la mismísima hija de Poseidón. El mundo se paró a mi alrededor mientras la veía acercarse a la orilla. Sólo se me venía una palabra a la mente para describirla, perfecta, casi mitológica; tanto que casi me decepcioné al ver que tenía piernas.

Pasó por mi lado, como si yo no existiera para ella, mientras que para mí, fue el mundo lo que dejó de existir. Desde ese momento, no tenía más objetivo que conquistarla. Lo primero era informarse. Así que, cuando la vi acercarse al chiringuito a pedir un refrigerio, allí que estaba yo, disimuladamente, pegando oreja. ¡Cago en mi sombra! Mi diosa es guiri, de la Gran Bretaña por lo que me dijo luego el camarero. Cambio de estrategia, me dije. Poner todas las poses toreras posibles y recordar todo el inglés que aprendí haciéndome chuletas para los exámenes.

Con un par de cervezas en el cuerpo y otra en la mano, me acerqué y pregunté:

—Guat de taim yu jav? —o al menos así sonaba.
—Yormoderfacar —es lo que entendí yo, que, más o menos, significada que son las dos y media, que lo había mirado de reojo en el móvil.
—Zenquiu —solté a modo de despedida y me fui con la sensación de que esto era el comienzo de algo importante.

Durante una semana tuvimos conversaciones parecidas. De hecho, me pregunto por qué siempre me decía que son las dos y media, independientemente de lo que yo le preguntara. Debo apuntarme a una academia, me propuse.

Cuando ya tenía la sensación de nuestra relación hispano-británica no avanzaba al ritmo que yo esperaba —claro, con tanto telediario dando la tabarra de que los guiris se van de Europa—, una noche, en la disco, cuando yo estaba marcándome un dancing, se me acerca ella, con ese pelazo rubio, taladrándome con su mirada. Se me acopló como si hubieran puesto lentas. El cuerpo me temblaba. Ella me besó. Casi me desmayo. La diosa era mía. Gracias Poseidón. No sabía cómo pedirle que nos fuéramos a otro lugar, un lugar más tranquilo donde amarla hasta el amanecer; mi inglés no daba para más. Pero, una mirada bastó para entendernos. Fuimos a su hotel. Nos abrazamos y nos desnudamos el uno al otro casi con ansiedad. No sé a qué conjunción planetaria o a qué dioses del Olimpo le debía esto, pero allí estábamos y no lo iba a desperdiciar con preguntas tontas.

Estando en el apogeo de la pasión, la penetré. Y cuando pareces que vas a tocar el cielo, le mente te juega malas pasadas. Me invadió la extraña idea de que mi pene estaba, en esos momentos, fuera de Europa. Menos mal, que el pequeño cerebro de mi inseparable compañero de abajo llevaba la voz cantante, así que, otra vez dentro de Europa, luego fuera de Europa, dentro de Europa, fuera de Europa, dentro de Europa, fuera de Europa, dentro, fuera, dentro, fuera…

7 comentarios:

  1. Lo tuyo es decididamente el relato erótico, jeje. Un poco a lo Esteso y Pajares en este caso, sin duda.

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  2. Lo tuyo es decididamente el relato erótico, jeje. Un poco a lo Esteso y Pajares en este caso, sin duda.

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  3. Un buen final Alejandro; hilarante diría yo.

    Por cierto, en el primer parrado se lee "Sólo me me venía una palabra a la mente para describirla" en lugar de "Solo se me venia una palabra...

    Un saludo.

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  4. -¿Está el señor Bukovsky?
    -Un momento. ¡Alejandrooo!
    -Sí. ¿Qué pasa?

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  5. -¿Está el señor Bukovsky?
    -Un momento. ¡Alejandrooo!
    -Sí. ¿Qué pasa?

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